Ciudad del Vaticano, 17 marzo 2013 (VIS).-
"No olvidéis esto: el Señor nunca se cansa de perdonar ¿Habéis pensado en la paciencia de Dios con cada uno?". El Papa Francisco se lo decía a las cerca de 200.000 personas que habían viajado de toda Italia durante la noche y, los días anteriores, de otros muchos países del mundo, para poder vivir este primer ángelus con el nuevo Papa. Para todos, una cita histórica.
"No olvidéis esto: el Señor nunca se cansa de perdonar ¿Habéis pensado en la paciencia de Dios con cada uno?". El Papa Francisco se lo decía a las cerca de 200.000 personas que habían viajado de toda Italia durante la noche y, los días anteriores, de otros muchos países del mundo, para poder vivir este primer ángelus con el nuevo Papa. Para todos, una cita histórica.
Duró
15 minutos, no más, buena parte de ellos escuchados en silencio: "Si
Dios no perdonase tanto, el mundo no existiría", afirmó el Santo Padre. Y
desde la plaza, desde la Vía de la Conciliazione, desde las calles
vecinas no se oía ni un chasquido. El Romano Pontífice, Francisco,
hablaba en italiano. "Me gusta, mi Papa", decía con su media lengua
Francesco, 3 años, en hombros de su padre.
"Estoy
contento de que este encuentro con vosotros sea en domingo; este es un
día para que nosotros los cristianos nos saludemos, hablemos, como lo
estamos haciendo aquí, ahora, en esta plaza grande, que gracias a la
medida, tiene las dimensiones del mundo".
El
encuentro llevaba días preparándose. A través de los medios -sobre todo
la televisión y la radio- muchos tenían ya una idea de quién era el
nuevo Papa. "Lo vi en televisión y me conmovió... por su humildad... Es
uno de los nuestros", comentaba Angélica, 30 años, que se había
levantado a las 6 de la mañana para llegar a San Pedro.
El
Santo Padre ha querido comentar el evangelio del día, los pasajes que
narran el episodio de la mujer adultera. "El rostro de Dios es el de un
Padre misericordioso que siempre tiene paciencia (…) No se cansa de
perdonarnos si sabemos volver a El con el corazón contrito. Grande es la
misericordia del Señor". Afirmaciones contundentes por parte del nuevo
Papa que él combina con comentarios espontáneos, hechos al margen,
llenos de buen humor.
Publicamos
a continuación el texto completo de las palabras del Papa: "Hermanos y
hermanas, buenos días. ¡Después de la primera reunión del miércoles
pasado, hoy de nuevo puedo saludar a todos! ¡Y estoy feliz de hacerlo en
domingo, en el día del Señor! Esto es hermoso e importante para
nosotros cristianos, reunirnos el domingo, saludarnos, hablarnos como
ahora aquí, en la plaza. Una plaza que, gracias a los medios de
comunicación, tiene la dimensión del mundo. En este quinto domingo de
Cuaresma, el Evangelio nos presenta el episodio de la mujer adúltera, a
la que Jesús salvó de la condena a muerte. Nos conmueve la actitud de
Jesús: no escuchamos palabras de desprecio, no escuchamos palabras de
condena, sino sólo palabras de amor, de misericordia, que invitan a la
conversión "Tampoco yo te condeno ¡Vete y ya no vuelvas a pecar!" ¡Oh,
hermanos y hermanas, el rostro de Dios es el de un padre misericordioso,
que siempre tiene paciencia! ¿Habéis pensado en la paciencia de Dios,
la paciencia que tiene con cada uno de nosotros? ¡Eh, esa es su
misericordia! Siempre tiene paciencia: tiene paciencia con nosotros, nos
comprende, nos espera, no se cansa de perdonarnos si sabemos volver a
Él con el corazón contrito. "Grande es la misericordia del Señor."
Luego
continuó: "En estos días, he podido leer un libro de un cardenal -el
Cardenal Kasper, un teólogo muy competente, ¿eh?, un buen teólogo– sobre
la misericordia. Y me ha hecho mucho bien, ese libro, pero no penséis
que hago publicidad que a los libros de mis cardenales, ¿eh? No es así,
pero me ha hecho tanto bien, tanto bien... El cardenal Kasper decía que
sentir misericordia, esta palabra cambia todo. Es lo mejor que podemos
oír: cambia el mundo. Un poco de misericordia hace el mundo menos frío y
más justo. Necesitamos entender bien esta misericordia de Dios, este
Padre misericordioso, que tiene tanta paciencia... Recordemos el profeta
Isaías, que afirma que aunque nuestros pecados fuesen color rojo
escarlata, el amor de Dios los convertirá en blancos como la nieve".
A
continuación comentó: "¡Es hermoso, lo de la misericordia! Recuerdo,
cuando apenas era obispo, en 1992, llegó a Buenos Aires la Virgen de
Fátima y se hizo una gran misa para los enfermos. Fui a confesar, a
aquella misa. Y casi al final de la misa me levanté porque tenía que
administrar una confirmación. Vino hacia mí una mujer anciana, humilde,
muy humilde, de más de ochenta años. La miré y le dije: "Abuela – porque
allí llamamos así a los ancianos- abuela, ¿se quiere confesar?" "Sí",
me dijo. "Pero si usted no ha pecado..." Y ella me dijo: "Todos tenemos
pecados"... "Pero el Señor ¿no la perdona?" "El Señor perdona todo" me
dijo, segura. "Pero, ¿cómo lo sabe usted, señora?". "Si el Señor no
perdonase todo, el mundo no existiría".
Me
entraron ganas de preguntarle: "Dígame, señora, usted ha estudiado en
la Universidad Gregoriana?", porque esa es la sabiduría que da el
Espíritu Santo: sabiduría interior de la misericordia de Dios. No
olvidemos esta palabra: ¡Dios nunca se cansa de perdonarnos, nunca!”. El
Papa, poniéndose en el lugar del sacerdote, ha improvisado un diálogo:
“Entonces, padre, ¿cuál es el problema?". "Bueno, el problema es que
nosotros nos cansamos de pedir perdón! Pero El nunca se cansa de
perdonar; somos nosotros los que , a veces, nos cansamos de pedir
perdón. Y no tenemos que cansarnos nunca, nunca. Él es el Padre amoroso
que perdona siempre y cuyo corazón está lleno de misericordia para todos
nosotros. Tenemos que aprender a ser más misericordiosos con todos.
Invoquemos la intercesión de la Virgen María, que ha tenido en sus
brazos a la Misericordia de Dios hecho hombre ".
Al
final del Ángelus, el Papa ha saludado a las decenas de miles de fieles
que llenaban la Plaza de San Pedro: "Gracias por vuestra acogida y
vuestra oración - ha dicho- Os pido que recéis por mí. Renuevo mi abrazo
a los fieles de Roma y lo extiendo a todos vosotros, que habéis venido
de varias partes de Italia y del mundo, así como a aquellos que se unen a
nosotros a través de los medios de comunicación. He elegido el nombre
del santo patrono de Italia, San Francisco de Asís y esto refuerza mis
lazos espirituales con esta tierra, de la que- como sabéis - es
originaria mi familia. Pero Jesús nos ha llamado a ser parte de una
nueva familia: su iglesia; esta familia de Dios, para caminar juntos por
los caminos del Evangelio. ¡Que el Señor os bendiga y la Virgen os
proteja! Y no os olvidéis de ésto: El Señor nunca se cansa de perdonar.
Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón”.
Una
ovación atronadora acogió las últimas palabras del Papa a la multitud
reunida en la Plaza: “Buen domingo y que os aproveche el almuerzo”.
Fueron sólo 15 minutos. Un cuarto de hora que, para muchos miles, tuvo
un atractivo más fuerte que las otras dos citas que hoy se disputaban en
Roma: El maratón de la ciudad, y el Día de Puertas Abiertas del
Quirinal.
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