A muchos seres humanos les deslumbra el poder, por muy pequeño que sea ese poder.
Si entramos an algún lugar público y nos encontramos con varias personas conocidas vamos a saludar, primero, a aquella que nos parece obstenta un puesto más importante que el nuestro. Y si queremos medrar no nos importa, (habitualmente), entablar conversación con quien creemos es superior.
Para aquel que tiene un cargo, pequeño o grande, el dilema es otro: Cuando ejerce ese cargo con todas las consecuencias, siguiendo las normas, cumpliendo fielmente con las condiciones implícitas en su puesto, se le tacha de "dictador" y de creerse "alguien". Pero cuando al contrario, trata de ser abierto, pacificador y compresivo se le tacha inmediatamente de "blando" y de falta de caracter.
Cuando las personas que tienen una
respondabilidad, una misión que cumplir, un trabajo y no lo hacen en
beneficio de la comunidad, o para crear un futuro mejor y más estable,
sino que lo hacen para que se les vea, para que se fijen en ellos, para
en definitiva "medrar", abren una puerta peligrosa que pone en jaque a
todo su entorno.
Hacer el trabajo bien, cada uno en el puesto que esté, es la solución a muchos problemas y evita muchos malentendidos. La envidia, los celos, las ansias de poder, deben ser apartados de cualquier comunidad.
Hacer el trabajo bien, cada uno en el puesto que esté, es la solución a muchos problemas y evita muchos malentendidos. La envidia, los celos, las ansias de poder, deben ser apartados de cualquier comunidad.
Frey + +Luis Ruiz Romero
Caballero del Temple.
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