SEGUNDA LECTURA
San Cirilo de Alejandría, Comentario sobre el libro del
profeta Isaías (Lib 3, t 4: PG 70, 802-803)
Cristo es el sol de justicia y la luz verdadera
Cristo es el sol de justicia y la luz verdadera. La
sagrada Escritura compara al Bautista con una lámpara. Pues si contemplas la luz
divina e inefable, si te fijas en aquel inmenso y misterioso esplendor, con
razón la medida de la mente humana puede ser comparada a una lamparita, aunque
esté colmada de luz y sabiduría. Qué signifique: Preparad el camino al Señor,
allanad sus senderos, lo explica cuando añade:
Elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que
lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale.
Se ha enderezado lo torcido. Y no sólo eso, sino que se
revelará —dice— la gloria del Señor, y todos verán la salvación de Dios.
Ha hablado la boca del Señor. ¿Pero por qué razones o de qué manera dice que
va a revelarse la gloria de Dios? Pues Cristo era y es el Verbo unigénito de
Dios, en cuanto que existía como Dios y nació de Dios Padre de modo misterioso,
y en su divina majestad está por encima de todo principado, potestad, fuerza
y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino
en el futuro. El es el Señor de la gloria y hemos contemplado su gloria,
gloria que antes no conocíamos, cuando hecho hombre como nosotros según el
designio divino, se declaró igual a Dios Padre en el poder, en el obrar y en la
gloria: sostiene el universo con su palabra poderosa, obra milagros con
facilidad, impera a los elementos, resucita muertos y realiza sin esfuerzo otras
maravillas.Así pues, se ha revelado la gloria del Señor y todos han
contemplado la salvación de Dios, a saber, del Padre, que nos envió desde el
cielo al Hijo como salvador y redentor. No pudiendo la ley llevar nada a la
perfección y como los sacrificios rituales eran incapaces dé purificar los
pecados, en Cristo llegamos a la perfección y, libres de toda mancha, se nos
hace el honor del espíritu de adopción. Esta gracia que tenemos en Cristo, en
cuanto a la finalidad y a la voluntad del depositario, tiene la intención de
difundirse a toda carne, es decir, a todos los hombres.
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