Quieres saber cuál es la fe que da vida y consigue la victoria? Aquella por la cual Cristo habita en lo íntimo de nuestro ser. El es nuestra virtud y nuestra vida. Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, dice el Apóstol, os manifestaréis también vosotros gloriosos con él. Esa gloria será vuestra victoria. Y nos manifestaremos con él porque vencemos por él. Solamente llegan a ser hijos de Dios los que reciben a Cristo, y únicamente en ellos se cumple lo que dice la Escritura: todo el que nace de Dios, vence al mundo.

SAN BERNARDO


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Si tienes un secreto, escóndelo o revélalo (proverbio árabe)

Si tienes un secreto, escóndelo o revélalo (proverbio árabe)

Preámbulo de la Regla Primitiva del Temple

Nos dirigimos en primer lugar a aquellos que desprecian seguir su propia voluntad y
desean servir, con pureza de ánimo, en la caballería del rey verdadero y supremo, y a los que quieren cumplir, y cumplen, con asiduidad, la noble virtud de la obediencia. Por eso os
aconsejamos, a aquellos de vosotros que pertenecisteis hasta ahora a la caballería secular,en la que Cristo no era la única causa, sino el favor de los hombres, que os apresuréis a asociaros perpetuamente a aquéllos que el Señor eligió entre la muchedumbre y dispuso, con su piadosa gracia, para la defensa de la Santa Iglesia.
Por eso, oh soldado de Cristo, fueses quien fueses,

que eliges tan sagrada orden, conviene que en tu profesión lleves una pura diligencia y firme
perseverancia, que se sabe que es tan digna y sublime para con Dios que, si pura y
perseverantemente se observa por los militantes que diesen sus almas por Cristo, merecerán
obtener la suerte; porque en ella apareció y floreció una orden militar, ya que la caballería,
abandonando su celo por la justicia, intentaba no defender a los pobres o iglesias sino
robarlos, despojarlos y aun matarlos; pero sucedió que vosotros, a los que nuestro señor y
salvador Jesucristo, como amigos suyos, dirigió desde la Ciudad Santa a habitar en Francia y
Borgoña, no cesáis, por nuestra salud y propagación de la verdadera fe, de ofrecer Dios
vuestras almas en víctima agradable a Dios......SAN BERNARDO

domingo, 22 de diciembre de 2013

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO





El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: La madre de Jesús estaba desposada con José y, antes de vivir  juntos, resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era bueno y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero apenas había tomado esta resolución se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: “José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María tu mujer porque la criatura que hay  en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta: “Mirad, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Enmanuel (que significa: Dios-con-nosotros). 
(Mt 1, 18-23).






¿PARA QUÉ ESPERAR UN SALVADOR?



En las vísperas de la Navidad la liturgia nos repite una y otra vez que “el mundo espera un Salvador”. Hemos oído tantas veces esta frase que apenas nos sobresalta. Pero si la pensamos un poco nos deja llenos de interrogantes.

En primer lugar, ¿a qué mundo nos referimos? Los cristianos somos una sexta parte de la humanidad. Y aun en el ámbito cristiano, son muchos los que viven como si no esperasen al Salvador.

Por otra parte, ¿qué tipo de salvador esperan los que realmente esperan? Algunos ponen sus ojos y su corazón en “algo”, como la consecución de un puesto de trabajo estable, la compra de una casa o de un vehículo, o un regalo que les llena de ilusión. Hay algunos que ponen sus esperanzas en “alguien”, como un líder político, un deportista fuera de serie o un cantante sensacional.

Finalmente, hay muchos que no esperan nada ni a nadie. Viven tan cómodamente en el presente que no se permiten la molestia de mirar al futuro. Además, ¿de qué podrían ser salvados justo ahora que se sienten tan realizados y satisfechos? Hasta llegan a decir: “De nuestros salvadores, sálvanos Señor”.



LOS SALVADOS




Sin embargo, los textos bíblicos nos presentan a Dios como salvador del ser humano. Jesús es reconocido como el Salvador definitivo, enviado por Dios al final de los tiempos.

- Él nos ha salvado de la tiranía del tener, el poder y el placer: esas tres apetencias humanas -¡tan humanas!- que pueden siempre convertirse en otras tantas idolatrías deshumanizadoras.

- Él nos ha librado de la desconfianza que experimentamos ante los demás cuando los consideramos como desalmados competidores. Siguiendo el mensaje y el ejemplo de Jesús, estamos llamados a verlos y aceptarlos como nuestros hermanos.

- Él nos ha librado de una concepción de Dios que nos llevaba a temerlo como un tirano, como un ser abominable, como el mayor enemigo de nuestra felicidad.

- Y finalmente nos ha salvado de lo peor de nosotros mismos. Nos ha liberado de nuestra mentira y nuestra vaciedad, de nuestro egoísmo y nuestras cobardías, de nuestra vileza y nuestro miedo.   






Y EL SALVADOR



Un ángel desvela a José el secreto de la maternidad de María. Y le dice: “Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. En el nombre del niño se manifestaba  su misión salvadora.

•“Tú le pondrás por nombre Jesús”. Ese nombre nos revela ya que la causa humana no está abocada al fracaso. Hay una salvación para quien aspira a vivir con dignidad en el mundo.

•“Tú le pondrás por nombre Jesús”. Ese nombre nos recuerda que, por terribles que parezcan,  las fuerzas del mal no pueden sobreponerse a la sencilla majestad del bien.

•“Tú le pondrás por nombre Jesús”. Ese nombre proclama que la salvación no nace de la fuerza o el ingenio del ser humano, sino que es siempre un don gratuito de Dios.

- Señor Jesús, creemos y confesamos que por ti nos ha ofrecido Dios la salvación. Contigo la celebramos. Y en ti se nos hace visible e interpelante cada día. ¡Bendito seas tú, Salvador nuestro! Amén.


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