Quieres saber cuál es la fe que da vida y consigue la victoria? Aquella por la cual Cristo habita en lo íntimo de nuestro ser. El es nuestra virtud y nuestra vida. Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, dice el Apóstol, os manifestaréis también vosotros gloriosos con él. Esa gloria será vuestra victoria. Y nos manifestaremos con él porque vencemos por él. Solamente llegan a ser hijos de Dios los que reciben a Cristo, y únicamente en ellos se cumple lo que dice la Escritura: todo el que nace de Dios, vence al mundo.
SAN BERNARDO
Preámbulo de la Regla Primitiva del Temple
Nos dirigimos en primer lugar a aquellos que desprecian seguir su propia voluntad y
desean servir, con pureza de ánimo, en la caballería del rey verdadero y supremo, y a los que quieren cumplir, y cumplen, con asiduidad, la noble virtud de la obediencia. Por eso os
aconsejamos, a aquellos de vosotros que pertenecisteis hasta ahora a la caballería secular,en la que Cristo no era la única causa, sino el favor de los hombres, que os apresuréis a asociaros perpetuamente a aquéllos que el Señor eligió entre la muchedumbre y dispuso, con su piadosa gracia, para la defensa de la Santa Iglesia.
Por eso, oh soldado de Cristo, fueses quien fueses,
que eliges tan sagrada orden, conviene que en tu profesión lleves una pura diligencia y firme
perseverancia, que se sabe que es tan digna y sublime para con Dios que, si pura y
perseverantemente se observa por los militantes que diesen sus almas por Cristo, merecerán
obtener la suerte; porque en ella apareció y floreció una orden militar, ya que la caballería,
abandonando su celo por la justicia, intentaba no defender a los pobres o iglesias sino
robarlos, despojarlos y aun matarlos; pero sucedió que vosotros, a los que nuestro señor y
salvador Jesucristo, como amigos suyos, dirigió desde la Ciudad Santa a habitar en Francia y
Borgoña, no cesáis, por nuestra salud y propagación de la verdadera fe, de ofrecer Dios
vuestras almas en víctima agradable a Dios......SAN BERNARDO
LA IGLESIA SIRIA DE ANTIOQUIA
El pueblo sirio es descendiente directo de aquellas antiguas
poblaciones arameas que en tiempos bíblicos estaban asentadas entre los
ríos Tigris-Eufrates y la costa mediterránea. Los arameos no formaron un
Estado unitario pero su lengua conoció una prodigiosa expansión. El
arameo se convirtió a partir del primer milenio a.C. en la lengua
'franca' de los países del Creciente Fértil. Era la lengua de los
comerciantes y de las cancillerías de los imperios asirio y persa. Este
florecimiento lingüístico duró hasta la conquista de Alejandro Magno,
cuando el arameo fue suplantado por el griego como lengua cultural. No
olvidemos que el arameo era la lengua comúnmente hablada en la Palestina
del tiempo de Jesús. El declive como lengua hablada comienza con la
invasión musulmana del año 636. El arameo fue poco a poco sustituido por
el árabe. Hoy sigue hablándose en reducidos enclaves del Oriente Medio:
en la zona montañosa de Maalula, Siria, y entre los cristianos de las
montañas de Hakkari y de Tur Abdón en Turquía. También se usa junto con
el árabe, en la liturgia siria. 'Para nosotros, decía en 1984 el
patriarca siro-ortodoxo, Ignacio Zakka I, es una gracia de Jesucristo.
Somos, por tanto, responsables de su conservación'.
Los inicios de la Iglesia siria
Fue en Antioquia donde los discípulos de Jesús recibieron el nombre de
'cristianos'. En esta ciudad residieron los apóstoles Pedro y Pablo. De
allí salieron los primeros misioneros que evangelizaron Asia y Europa.
En la cosmopolita Antioquia los discípulos de Jesús encontraron el
ambiente propicio para su expansión, de tal manera que a mediados del
siglo IV la ciudad contaba con 100.000 fieles (Juan Crisóstomo. In S.
Ignatius PG 50,591).
Siria fue también el campo de las
controversias cristológicas que originaron la división religiosa en
Oriente. En efecto, en el año 451 el concilio ecuménico de Calcedonia
condenó el monofisismo -creencia en una sola naturaleza en Cristo- y
proclamó la doctrina oficial católica: dos naturalezas en Cristo, la
divina y la humana, en una sola persona. La mayor parte de la población
siria no aceptó las decisiones conciliares, probablemente por
discrepancias terminológicas más que por divergencias teológicas, y se
separó de la Iglesia católica. Sin embargo la constitución de la Iglesia
separada no fue inmediata. Se consumó después del segundo concilio de
Constantinopla, año 553, a raíz del cual el poder imperial bizantino
presionó contra los insumisos monofisitas. Fue entonces cuando aparece
la figura carismática del monje sirio Jacobo Baradai enarbolando la
bandera nacionalista-religiosa. Consagrado en secreto obispo por el
patriarca de Alejandría en exilio, Jacobo se lanzó a la organización de
la Iglesia monofisita, llamada también jacobita, en su honor.
No toda la Siria, sin embargo, se alió a la nueva Iglesia. La sociedad
más culta y helenizada aceptó sin problemas las decisiones de
Calcedonia, por lo que recibió el nombre de 'melquita' -de melek = rey-
es decir, partidaria del emperador bizantino.
La conquista
musulmana del 636 no hizo más que consagrar esta división. No parece que
la conquista fue recibida por la población siria como una liberación
del yugo bizantino, como ordinariamente se cree. El patriarca
siro-ortodoxo, Miguel el Siro escribía este respecto: 'Ellos (los
musulmanes) mataron a mucha gente... Todo lo que pueda decirse de los
males que Siria tuvo que sufrir no se pueden contar debido a su número,
ya que los taiyanes (los árabes) eran el gran azote de la cólera divina'
(Chronique, ed. Chabot, t.I, Paris 1901,421).
A partir de esa
fecha la Iglesia siria se fue replegando más sobre sí misma con el fin
de conservar su identidad, estrechándose en torno a sus obispos que
fueron dotados por el régimen islámico de prerrogativas jurídicas y
civiles. Al mismo tiempo mermaba el ímpetu misionero de la Iglesia y el
número de fieles.
Cambios de la sede patriarcal, reflejo de la historia de esta Iglesia
Uno de los medios más seguros para conocer las vicisitudes afrontadas
por la Iglesia siria en el curso de la historia es enumerar los cambios
de la sede patriarcal de Antioquía. De esta sede pasó a Alepo, Racca,
Edesa y Qinnesrín-Calcis, para fijarse en fecha imprecisa en el Gran
Monasterio de Teleda, al norte de Alepo. Allí estuvo hasta el año 1034,
cuando fue trasladada a Amida-Malatya. En 1293 la sede patriarcal se
fijó en el monasterio de Deir Zaafarán, a 4 Km. de Mardín. Allí estuvo
hasta 1920 cuando la soldadesca turca ocupó manu militari el monasterio.
Seguidamente el patriarca se estableció en Mosul, entonces bajo dominio
británico. Nuevo traslado en 1932 a Homs, bajo mandato francés, y
finalmente, en 1959, a Damasco, donde hoy reside.
Los años más
cruciales fueron los de la Primera Guerra Mundial. En 1915 los
cristianos de Tur Abdón, unos 200.000, fueron atacados por bandas de
kurdos fanatizados por la proclamación de la Guerra Santa. Un tercio
pereció en la matanza. Entre los que quedaron con vida, una parte se
refugió en Siria y Líbano, la otra en Irak.
Desde entonces el
centro de gravedad de la Iglesia siria se desplazó de las regiones
turcas de Tur Abdón, Mardín y Nisibín, a los países limítrofes. En Tur
Abdón quedaron 15.000 fieles, número que va disminuyendo año tras año.
Actualmente la parte más activa de las comunidades sirias está
emigrando a Occidente, lejos de la asfixia turco-kurda, lejos de la
dictadura irakí y de la inestabilidad libanesa.
Lejos de sus
hogares tradicionales, el pueblo cristiano sirio se desgasta en contacto
con el modo de vivir occidental. Hay peligro que los miembros de esta
Iglesia mártir pierdan sus raíces religioso-culturales y se diluyan en
la sociedad amorfa de Occidente.
Patriarca de Antioquia y de todo Oriente
La Iglesia siria, como todas las orientales, es de estructura
patriarcal. Su jefe supremo ostenta el título de 'Patriarca de Antioquía
y de todo Oriente'. Se considera el heredero directo y legítimo de la
primitiva Iglesia apostólica de Antioquía, regida por el primer
obispo-mártir, S. Ignacio. De ahí que los patriarcas antepongan a su
nombre el de Ignacio, como referencia de continuidad apostólica. Reciben
el tratamiento honorífico de 'Su Santidad', título que recibe también
el patriarca copto de Alejandría.
En el siglo V el Patriarcado
de Antioquía comprendía las provincias de Isauria, Cilicia I (Tarso por
capital), Cilicia II, Osrhoena (Edesa), Mesopotamia, Siria I
(Antioquía), Siria II (Apamea), Fenicia I (Tiro), Fencia II (Damasco),
Arabia (Bosra) y Eufratasia (Hierápolis-Menbej).
Los obispos
son elegidos entre los monjes. Unos y otros son célibes, no así el clero
rural. Para la formación del clero ha abierto un seminario patriarcal
el patriarca Ignacio Zakka en el pueblo cristiano de Seidnaya, al norte
de Damasco. 'San Efrén' -es su nombre- tiene una capacidad para 63
seminaristas y está dotado de capilla, biblioteca y 10 habitaciones para
profesores. Alrededor de él se ha construido un monasterio de
religiosas y un orfanato.
La Iglesia jacobita está presente en
Tierra Santa en el monasterio de San Marcos o Casa de María, madre de
Juan-Marcos, santuario erigido sobre la casa a la que se dirigió S.
Pedro luego de ser liberado por un ángel de la cárcel (Hech. 12 ,3-17).
Desde 1471 es la sede de un arzobispo-vicario patriarcal. Los monjes d
este monasterio -son cuatro- cuidan la llamada tumba de José de
Arimatea, capilla oscura situada detrás de la tumba del Señor, dentro de
la basílica del Santo Sepulcro. El vicario-patriarcal, Mar Swerios
Murad, tiene jurisdicción sobre los 2.100 siro-ortodoxos de Tierra Santa
y de Jordania. De ellos 150 viven en Jerusalén, 900 en Belén y unos
1000 en Jordania.
La Iglesia de Jerusalén guarda un recuerdo
especial por su santo obispo Yuhanna al-Karkari, crucificado en 1587 por
los musulmanes a la entrada de la Iglesia de Deir el-´Adas, situada
junto a la Vía Dolorosa. A raíz de este martirio se desencadenó una
persecución que casi aniquiló a la Iglesia Siria. Desde entonces se
redujo su presencia en la Ciudad Santa a una minoría testimonial.
La Iglesia siro-ortodoxa, la más cercana a la católica
La Iglesia jacobita tiene una larga tradición teológica, representada
en escritores tan conocidos como S. Efrén, proclamado en 1920 Doctor de
la Iglesia universal, autor fecundo en tratados teológicos, exegéticos y
litúrgicos. Severo de Antioquia y Filomeno de Mabbug, siglo VI, otros
como Jacobo de Edesa, siglo VII, otros conocidos teólogos y escritores
de esta Iglesia hermana. En el siglo XII sobresale Miguel el Siro quien
escribió una preciosa Crónica que abarca desde la creación del mundo
hasta su época. El último Padre de esta Iglesia es Bar Hebreus,
políglota, canonista y médico, autor de una suma teológica. Marca el fin
de la cultura Siria.
La Iglesia jacobita ha conocido en su
territorio una extraordinaria floración monástica en os primeros siglos.
En el floreció una pléyade de monjes de las más variadas formas de
ascesis cristiana: estilitas, reclusos voluntarios, hipetros, etc.,
cuyos restos arqueológicos han llegado hasta nosotros. Actualmente la
actividad monástica es muy reducida. En Tur Abdín quedan cuatro
monasterios: Deir Zaafarán, con un solo monje, Mar Gabriel con seis
monjes y una decena de religiosas, Mar Matta con unos diez monjes y Mar
Yacub de Salah habitado por religiosas. Los célebres monasterios de Mar
Abraham y Abel junto a Midiat, Mar Eugen cerca de Nísive y Mar Malke en
el monte Izala, siguen siendo centros de peregrinación, pero vacíos de
monjes.
Están custodiados por familias cristianas. Todavía sigue en pie el monasterio de Mar Matta en Irak, no lejos de Mosul.
Hace 15 años el obispado jacobita de Alepo compró los terrenos donde se
asentaba el Gran Monasterio de Teleda, al norte de Alepo, fundado hacia
el año 341 y abandonado en el siglo XII. La reconstrucción del
monasterio ha chocado con la oposición de los musulmanes de la región y
el proyecto ha quedado en punto muerto. Mejor suerte ha tenido la
fundación del monasterio de S. Efrén en Glane-Losser, Holanda, el primer
monasterio sirio en Europa, inaugurado en 1984. Ocupa el lugar de un
antiguo convento católico cedido por los Hermanos Maristas.
La
Iglesia jacobita es, entre las Iglesias orientales no-unidas, la más
cercana a la católica. Los siro-ortodoxos no son herejes, pues no están
divididos por cuestiones de fe (herejía) sino de precedencia (cisma). La
declaración común firmada por el Papa Juan Pablo II y el patriarca
jacobita, Ignacio Zakka I, en Roma el 23 de junio de 1984 ha reconocido
que ambas partes profesan la misma fe en Cristo y han atribuido a
diferencias culturales las divergencias en la terminología cristológica.
De hecho, las relaciones entre las dos Iglesias son hoy excelentes. El
Patriarca siro-ortodoxo declaraba en una conferencia pronunciada en
Damasco el 10 de marzo de 1985: 'Podemos utilizar las iglesias, las
salas, y los centros católicos con previo acuerdo' para las actividades
de nuestros fieles, y añadía: 'A los sacerdotes católicos les está
permitido administrar los sacramentos a nuestros fieles en ausencia de
un sacerdote de nuestro rito... así como al sacerdote siro-ortodoxo de
administrar los sacramentos a los fieles católicos en idénticas
condiciones'.
La Iglesia siro-católica
Los católicos
de rito sirio son en su origen jacobitas pasados a la unión con Roma a
partir del siglo XVII, conservando su lengua, su rito y su legislación
eclesiástica propia. Constituyen una Iglesia aparte con jerarquía propia
bajo la autoridad de un patriarca.
Es sabido que en siglos
pasados hubo varios intentos de unión, sobre todo durante las cruzadas.
Los Papas enviaron en los siglos XIII-XIV misioneros dominicos y
franciscanos con el fin de sellar la unión de las dos Iglesias. Los
resultados fueron parciales. Recordemos el tanteo de unión propuesto en
el concilio de Lyon en 1245 y la efímera unión del año 1444 a raíz del
concilio de Florencia de 1439.
Fue en el siglo XVII cuando la
voluntad unionista concluyó con la formación de la Iglesia
siro-católica. En efecto, a mediados de ese siglo los misioneros
capuchinos y jesuitas consiguieron llevar a la unión con Roma a la
mayoría de los jacobitas de Alepo, de tal manera que en el año 1656 fue
consagrado el primer obispo siro-católico de la ciudad, Andrés Ahijan,
quien más tarde, en 1662, sería reconocido por la Sublime Puerta turca
como patriarca católico de Antioquia. Los siro-ortodoxos, con el fin de
parar este movimiento de conversiones, recurrieron al brazo secular
turco, persiguiendo duramente a los siro-católicos durante todo el siglo
XVIII. Las violencias contra ellos fueron tantas que la pequeña Iglesia
siro-católica estuve a punto de desaparecer, pues quedó sin patriarca
desde 1706 a 1782.
En esta última fecha Miguel Jarwe, arzobispo
siro-ortodoxo de Alepo, pasó al catolicismo y años después, en 1774 fue
nombrado ¡sorprendentemente! Patriarca de la Iglesia siro-católica. El
primer paso del nuevo patriarca fue dirigirse a la sede patriarcal
jacobita de Deir Zaafarán par tomar posesión de su nuevo cargo, pero sin
renunciar al primero. En Deir Zaafarán convenció a un arzobispo y a dos
obispos siro-ortodoxos de pasar al catolicismo. Después se hizo
reconocer patriarca de todos los sirios y pidió confirmación de su cargo
a Roma. Mientras llegaba ésta los jacobitas reaccionaron y eligieron un
nuevo patriarca de su partido que fue confirmado inmediatamente por la
Sublime Puerta. Ante este inesperado cambio el patriarca Jarwe huyó
precipitadamente a Bagdad y desde allí a la montaña libanesa,
estableciéndose en 1801 en el monasterio de Sharfe, al norte de Beirut,
célebre por su Biblioteca donde se conservan más de 3000 manuscritos
siríacos y árabes.
En 1830 el gobierno turco aprobó la
separación civil y religiosa entre las dos Iglesias hermanas, pero fue
en 1843 cuando el patriarca siro-católico fue reconocido como jefe civil
de su comunidad por el Sultán turco. El patriarca Pedro Jarwe trasladó
en 1831 la residencia de Sharfe a Alepo y, a raíz de un motín de los
musulmanes de esta ciudad contra los cristianos, en 1851, cambió la sede
patriarcal a Mardín donde residía una importante comunidad jacobita. A
principios de este siglo la sede pasó de nuevo a Sharfe, donde reside
actualmente.
El título de Jefe religioso de los siro-católicos,
hoy Ignacio Hayek, es 'Patriarca de Antioquia, la ciudad de Dios y de
todo Oriente', con jurisdicción sobre todos los fieles de rito
siro-católico en Oriente Medio y en la diáspora.
En Jerusalén
los siro-católicos están representados por un vicario patriarcal
establecido en 1890. Desde 1973 tiene residencia en la Calle de los
Caldeos, número 6. Cuenta con un complejo moderno formado por la Iglesia
de S. Tomás, una hospedería de 26 habitaciones para peregrinos y un
centro juvenil. La Iglesia cuenta con 315 fieles residentes en
Jerusalén, Jafa, Lot y Haifa, además de 117 en Belén, donde cuenta con
iglesia, escuela adjunta y hospedería de 30 habitaciones. A éstos hay
que añadir los 274 fieles de Amán y Zarqá en Jordania, es decir, un
total de 700 almas.
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