La llamada del templario, del servidor de Dios como espada contra el mal, ajuste de la injusticia es un camino que debe recorrerse a lo largo de toda la vida, de cualquier dama o caballero que asi mismo se identifica como tal.
A eso le obliga su condición y su compromiso con la Orden, con la comunidad a la que pertenece y a la que ha jurado lealtad, sacrificio, honor...
Este fin de semana el Gran Priorato Español de Santa María
- Pobres caballeros de Cristo- programa una serie de actos en el que coincidiendo con este tiempo de cuaresma, debe servir para el encuentro, para el recogimiento, la oración, la fraternidad y el deseo de renovar la Fe en sí mismos, y para rearfirmar su Fe en la Iglesia a la que sirve.
No es a nosotros a quien servimos,
no es al propio interés, al propio ego, si no a la fraternidad entre nosotros y el servicio al Señor.
Sirva estas palabras como ejemplo de vida para todos nosotros:
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Quien sabe olvidarse y perderse en la ofrenda de sí mismo, quien puede
sacrificar "gratuitamente" su corazón, es un hombre perfecto. En el
lenguaje bíblico, poderse dar, poder entregarse, poder llegar a ser
"pobre", significa estar cerca de Dios, encontrar la propia vida
escondida en Dios; en una palabra, esto es el cielo. Girar sólo
alrededor de uno mismo, atrincherarse y hacerse fuerte significa, por el
contrario, condenación, infierno. El hombre puede encontrarse a sí
mismo y llegar a ser verdaderamente hombre solamente atravesando el
dintel de la pobreza de un corazón sacrificado. Este sacrificio no es un
vago misticismo que hace perder consistencia al mundo y al hombre,
sino, al contrario, es una toma de consideración
del hombre y del mundo. Dios mismo se ha acercado a nosotros como
hermano, como prójimo; en resumen, como otro hombre cualquiera [...].
El amor al prójimo no es algo distinto del amor a Dios, sino, por así
decir, su dimensión que nos toca, su aspecto terreno: ambas realidades
son esencialmente una sola. Así queda garantizado nuestro espíritu de
pobreza, nuestra disposición a la donación y al sacrificio
desinteresado, por el que actualizamos nuestro ser humanos, siempre y
necesariamente en relación con el hermano, con el prójimo. Dichoso el
hombre que se ha puesto al servicio del hermano, que hace suyas las
necesidades de los demás. Y desdichado el hombre que con su rechazo
egoísta del hermano se ha cavado un abismo tenebroso que lo separa de la
luz, del amor y de la comunión; el hombre que solamente ha deseado ser
"rico" y "fuerte", de suerte que los demás sólo constituyan para él una
tentación, el enemigo, condición y componente de su infierno. En el
sacrificio que se olvida totalmente de sí, en la donación total al otro
es donde se abre y se revela la profundidad del misterio infinito; en el
otro, el hombre llega contemporáneamente y realmente a Dios (J. B.
Metz, Povertá nello spirito. Meditazioni teologiche, Brescia 1968,
42-45, passim).
...........
Su
brazo es escudo y armadura. No temerás el espanto nocturno, ni la
flecha que vuela de día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni
la epidemia que devasta al mediodía. Caerán a tu izquierda mil, y diez
mil a tu derecha; a ti no te alcanzará.....
salmo (91)90
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