HISTORIA
A finales del siglo X y principios del XI se inició la costumbre de
inscribir en los sillares de piedra de las construcciones curiosas marcas o
signos. Estas marcas eran firmas personales de los canteros que, con frecuencia,
se utilizaban para determinar el trabajo realizado y, de este modo, poder
calcular cuál debía ser la cantidad que debían cobrar. Los signos podían también
indicar al albañil cuál debía ser la posición de la piedra en la obra. Además,
estas marcas eran el signo de identidad y la marca de honor de cada gremio de
canteros. Cada gremio poseía sus conocimientos acerca del arte de la
construcción, que guardaba en secreto. Los miembros de estos gremios viajaban de
unos lugares a otros, participando en la construcción de diferentes
edificaciones en las que dejaban su firma. Cuando un nuevo miembro solicitaba su
ingreso en el gremio, una vez aceptado, recibía el signo, su marca de cantero,
que debía reproducir en todas las obras en las que participase. Pero también las
marcas en los sillares podían ser símbolos que los templarios dejaban inscritos
en sus construcciones. Para algunos autores, como Juan Eslava
Galán, se trataba de un código secreto templario. Entre las marcas de
la Orden se encontraba el “ábacus”, un bastón de mango espiral
usado tanto por el maestro del gremio de canteros como por el Gran Maestre del
Temple.
MONTALBÁN: marcas de cantería en un castillo templario
Haremos un pequeño
viaje para
trasladarnos a las cercanías de la arcana Toletum, la antigua y
multicultural capital visigoda, y comentar sobre algunos de sus enclaves más
misteriosos y significativos.
El castillo de Montalbán es un castillo que se encuentra en el término municipal de San Matin de Montalbán, al sur de la provincia de Toledo, y se erige sobre un escarpe de 100 m de profundidad cortado por el río Torcón, que se se empleaba como foso por tres de sus lados. llega a esta fortaleza por la carreterra regional CM-4009 desde San Martín de Montalbán dirección a La Puebla de Montalbán, y a unos 5 kilómetros de la primera localidad tras un cruce a la izquierda se llega al castillo, y por la derecha al santuario visigodo de Santa María de Melque.
Este castillo es una de las fortalezas más antiguas situadas en la orilla izquierda del río Tajo, erigido durante la Reconquista como punto de defensa de dicho margen del río, reformando y ampliando en gran medida el castillo árabe que allí existía, y que tal vez fuera abandonado tras la reconquista de Toledo.
En el año 1209 se cita la villa de Montalbán como cedida al caballero Alfonso Téllez, pero el edificio debió ser construido por los Templarios, cedido por Alfonso VII pocos años después, haciendo de él y de sus dehesas circundantes la más importante encomienda de su Orden en Castilla.
En el año 1308 volvió a manos de la Corona, siendo donado por Alfonso XI al caballero Alfonso Fernández Coronel. Tras una disputa con Pedro I el Cruel, el edificio fue reformado y se le añadieron nuevas defensas. Tras la ejecución de Fernández Coronel, el castillo fue cedido a Doña Beatriz, hija ilegítima de Pedro I.
Juan II quedó sitiado en el castillo por las tropas del infante don Enrique, que más tarde sería rey, en diciembre del año 1420, pasó el Estado de Montalbán a don Álvaro de Luna y, cuando éste murió, a su viuda, que lo habitó en algunas ocasiones.
Bajo el reinado de Enrique IV el castillo fue adquirido por su valido, Juan Pacheco, y desde él viene transmitiéndose a sus sucesores (hoy los duques de Osuna).
Fijaremos nuestra atención en sus marcas de cantero.
Aunque no fueron los constructores del
castillo, ni tampoco -como parece demostrado históricamente- los únicos que
procedieron en algún momento a su remodelación, adaptándolo a sus necesidades y
conveniencia, los investigadores tienen a ver su sombra -alargada y
terriblemente escurridiza- detrás de la asombrosa cantidad de marcas de cantería
que hacen de él, un caso notablemente atípico. Tal vez resulte
significativa la presencia entre éstas, de un símbolo frecuente en numerosas
construcciones templarias, e incluso en aquéllas otras que, basadas en la
tradición oral, se les atribuye: la pentalfa.
Si bien es cierto que, aunque no
demasiado frecuentes, sí se han localizado marcas en algún que otro castillo
-incluso símbolos de inequívoco origen egipcio, el ankh o cruz de la
vida, como es el caso del castillo alcarreño de la Riba de Santiuste.
Las marcas, en su gran mayoría, son de
base lineal y representan ángulos de 90 grados, que podrían tener relación, , con ciertos códigos utilizados durante la Edad
Media, atribuidos -con o sin fundamento- a templarios y rosacruces. En número
menos significativo, aunque repetido con cierta frecuencia, aparece otro tipo de
trazo lineal, semejante a una pajarita -por poner un ejemplo lo más aproximado
posible a su forma- y una angulación probable de 30 grados; hay también
triángulos equiláteros, así como flechas, típicas en la gran mayoría de
edificaciones de índole románica. Cierta repetitividad tienen, así mismo, las
representaciones crucíferas que se podrían calificar del tipo griego, dado que
tienen los brazos iguales.
Significativos, por otra parte, podrían
ser aquellos otros elementos que aparecen con escaso o unitario criterio. Entre
estos, cabe destacar los siguientes: pentalfa, compás, círculo y un símbolo muy similar a la ómicron griega.
OTROS LUGARES Y OTRAS MARCAS:
Una determinada marca cruciforme sólo aparece en edificios
templarios. Por ejemplo, en el Castillo-Convento del Temple en Tomar (Portugal),
la Iglesia del Temple en Londres y la Rotonda del Santo Sepulcro en Pisa.
Otra marca templaria simbolizaba la torre en el
juego del ajedrez. Esta marca aparece en la capilla del Convento de Tomar, en
las Iglesias del Temple de Laon y Metz, en Francia, y en el Santo Sepulcro
templario de Pisa.
En el antiguo monasterio de Santa María la Real se han
encontrado más de 200 marcas de cantero. Sus formas son muy variadas: letras,
cruces… pero sin duda la más curiosa es la que tiene forma de jirafa que, si no
fuera porque procede de la época medieval, parecería más bien un diplodocus.
En la cabecera del edificio hay signos que se repiten en la
cabecera de la Catedral de Santa María de Tudela (estrella de ocho puntas,
cruces gamadas, marcas tipo caracol, etc.) y que ponen de manifiesto la
participación en las dos edificaciones de las mismas cuadrillas de canteros.
También en la iglesia de Santiago de Agüero existen numerosas marcas de cantero.
Predomina entre ellas la que representa una llave. Pero hay otras muchas formas:
estrellas, martillos, flechas, cruces, etc.
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