Quieres saber cuál es la fe que da vida y consigue la victoria? Aquella por la cual Cristo habita en lo íntimo de nuestro ser. El es nuestra virtud y nuestra vida. Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, dice el Apóstol, os manifestaréis también vosotros gloriosos con él. Esa gloria será vuestra victoria. Y nos manifestaremos con él porque vencemos por él. Solamente llegan a ser hijos de Dios los que reciben a Cristo, y únicamente en ellos se cumple lo que dice la Escritura: todo el que nace de Dios, vence al mundo.

SAN BERNARDO


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Si tienes un secreto, escóndelo o revélalo (proverbio árabe)

Si tienes un secreto, escóndelo o revélalo (proverbio árabe)

Preámbulo de la Regla Primitiva del Temple

Nos dirigimos en primer lugar a aquellos que desprecian seguir su propia voluntad y
desean servir, con pureza de ánimo, en la caballería del rey verdadero y supremo, y a los que quieren cumplir, y cumplen, con asiduidad, la noble virtud de la obediencia. Por eso os
aconsejamos, a aquellos de vosotros que pertenecisteis hasta ahora a la caballería secular,en la que Cristo no era la única causa, sino el favor de los hombres, que os apresuréis a asociaros perpetuamente a aquéllos que el Señor eligió entre la muchedumbre y dispuso, con su piadosa gracia, para la defensa de la Santa Iglesia.
Por eso, oh soldado de Cristo, fueses quien fueses,

que eliges tan sagrada orden, conviene que en tu profesión lleves una pura diligencia y firme
perseverancia, que se sabe que es tan digna y sublime para con Dios que, si pura y
perseverantemente se observa por los militantes que diesen sus almas por Cristo, merecerán
obtener la suerte; porque en ella apareció y floreció una orden militar, ya que la caballería,
abandonando su celo por la justicia, intentaba no defender a los pobres o iglesias sino
robarlos, despojarlos y aun matarlos; pero sucedió que vosotros, a los que nuestro señor y
salvador Jesucristo, como amigos suyos, dirigió desde la Ciudad Santa a habitar en Francia y
Borgoña, no cesáis, por nuestra salud y propagación de la verdadera fe, de ofrecer Dios
vuestras almas en víctima agradable a Dios......SAN BERNARDO

jueves, 31 de enero de 2013

31 DE ENERO SAN JUAN BOSCO

San Juan Bosco
31 de enero
Nació en Castelnuovo d'Asti en el año 1815, en el seno de
una familia pobre. Dio muestras de poseer grandes dotes.
Fue educado por su madre en la fe y en la práctica de las
virtudes cristianas. A los nueve años intuyó por un sueño que
debería dedicarse a la educación de la juventud. Siendo todavía
un muchacho, fundó entre sus compañeros la «Sociedad
de la alegría» para hacer la guerra al pecado. Ordenado
sacerdote en 1841, escogió como programa de vida: Da
mihi animas, cetera tolle (Gn 14,21) y dio origen al oratorio
bajo la protección de san Francisco de Sales. Su estilo educativo
y pastoral se basaba en el sistema preventivo y en la
educación en la fe. Fundó la «Sociedad de san Francisco de
Sales» (salesianos) y, con santa Maria Domenica Mazzarello,
el «Instituto de las Hijas de María Auxiliadora». Creó también
con laicos los cooperadores salesianos. El «padre y maestro de
la juventud» murió en Turín el 31 de enero de 1888.


Oh María, Virgen poderosa;
tú, magna e ilustre defensa de la Iglesia;
tú, ayuda admirable de los cristianos;
tú, terrible como ejército en orden de batalla;
tú, que has destruido por ti sola todos los errores del
mundo, defiéndenos del enemigo
en las angustias, en las luchas, en las necesidades,
y, en la hora de la muerte,
acógenos en los goces eternos. Amén.
(Invocación de san Juan Bosco a María Auxiliadora)



 Evangelio: Mateo 18,1-6.10

En aquel tiempo, ' se acercaron los discípulos a Jesús y le
dijeron:
-¿Quién es el más importante en el Reino de los Cielos?
2 El llamó a un niño, lo puso en medio de ellos 3 y dijo:
-Os aseguro que si no cambiáis y os hacéis como los niños,
no entraréis en el Reino de los Cielos.4 El que se haga pequeño
como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos.
5 El que acoge a un niño como éste en mi nombre, a mí me
acoge. 6 Al que sea ocasión de pecado para uno de estos pequeños
que creen en mí, más le valdría que le ataran una piedra
de molino al cuello y lo arrojaran al fondo del mar. 10 Cuidado
con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo
que sus ángeles en el cielo contemplan sin cesar el rostro de
mi Padre celestial.

El fragmento, que tiene como tema el «hacerse
pequeño», está ligado al segundo anuncio de la pasión
(cf. Mt 17,22ss). La enseñanza de Jesús a sus discípulos
se refiere a una actitud fundamental de la existencia
cristiana. En ella se subraya la necesidad de superar
tanto la autosuficiencia de los grandes como el orgullo
de grupo. Las palabras de Jesús van dirigidas ciertamente
a la vida interna de la comunidad de los discípulos:
«El mayor en el Reino de los Cielos» es el más pequeño
(v. 4). Parece natural que, según la mentalidad
mundana, los jefes de la comunidad civil sean los que sidistinguen
por sus dotes y capacidades humanas o
 por su sentido de la responsabilidad a la hora de administrar
los servicios comunitarios. Por otra parte, también
es natural que el hombre sienta deseos de sobresalir.
De ahí que también los apóstoles se dejen llevar por
discusiones interesadas sobre los puestos que van a
ocupar y sobre quién de ellos es el más importante (v. 1).
El Señor toma, entonces, a un niño y lo pone a su lado,
en el centro, y responde con unas palabras precisas:
«El que se haga pequeño como este niño, ése es el mayor
en el Reino de los Cielos» (v. 4). Sólo el pequeño es
«grande», porque es inocente, sencillo y carece de pretensiones.
El niño, en efecto, tiene necesidad de los
otros, no tiene libertad de acción, se confía al que es
mayor que él, consciente de su fragilidad y de su pobreza.
El niño, para Jesús, es símbolo del verdadero
discípulo, porque quien se hace pequeño está disponible,
deja más espacio en él a la obra y a la acción del
Espíritu. Se hace grande por la fe en el Señor y encuentra
la fuerza en su nombre. El niño es también la
imagen de Jesús, que se abandona con una total confianza
y obediencia en manos del Padre; por eso dice
aún: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre a mi
me acoge» (v. 5).

MEDITATIO
La sociedad en la que vivimos ha creado barreras entre
ricos y pobres, entre blancos y negros, entre el norte
y el sur del mundo, entre grandes y pequeños. ¿Cómo hacer
para romper esta barrera de la desconfianza? Considerando
a cada hombre hermano nuestro, creando una
familiaridad con él.
Este principio es igualmente válido con los jóvenes.
Decía don Bosco: «Sin familiaridad no se demuestra el
amor, y sin esta demostración no puede haber confianza.
Quien quiera ser amado necesita hacer ver que ama.

 Jesucristo se hizo pequeño con los pequeños y cargó
con nuestras flaquezas. ¡He aquí el maestro de la familiaridad!
El maestro al que se ve sólo en la cátedra es
maestro, y no más, pero si va al recreo con los jóvenes
se vuelve como hermano [...]. Quien sabe que es amado,
ama, y quien es amado lo obtiene todo, especialmente
de los jóvenes. Esta confianza establece una corriente
eléctrica entre los jóvenes y los superiores. Los corazones
se abren y dan a conocer sus necesidades y manifiestan
sus defectos. Este amor hace soportar a los
superiores las fatigas, las molestias, las ingratitudes, los
estorbos, las carencias, la negligencias de los jovencitos.
Jesucristo no rompió la caña quebrada ni apagó el
pábilo vacilante. Éste es vuestro modelo» (de la Carta de
Roma, 1884).

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