El libro del Papa Benedicto XVI, La infancia de Jesús (Barcelona: Planeta; 2012), que salió a la venta el 21 de noviembre, se ha convertido en número uno de ventas en España y ya va por su tercera edición. Es el tercer libro de la trilogía de Joseph Ratzinger sobre Jesús de Nazaret. Benedicto XVI inició el primer libro, Jesús de Nazaret, en el verano de 2003, cuando aún era cardenal y, según él mismo relata, tras su elevación al papado en abril de 2005, dedicó todo su tiempo libre a terminarlo
La infancia de Jesús es una buena, rigurosa y documentada lectura para esta Navidad. El libro, de 176 páginas, está dividido en cuatro capítulos y un epílogo. El primero, dedicado a la genealogía de Jesús, según los evangelios de Mateo y Lucas, señala que el Señor pertenece a una época, según el Papa, "perfectamente datable -el año 15 del imperio de Tiberio César- y a un ambiente geográfico perfectamente indicado". El segundo capítulo se refiere al anuncio del nacimiento de Jesús, en el que María, dice Benedicto XVI, "aceptó la voluntad de Dios, trató de comprender y se mostró como una mujer valerosa, de gran interioridad". El tercer capítulo está dedicado al nacimiento en Belén. El cuarto capítulo está asignado a los Reyes Magos.
festividad litúrgica que se celebra precisamente hoy, día 6 de enero.
La figura católica de los Reyes Magos tiene su origen en los relatos del nacimiento de Jesús, algunos, fueron integrados de los evangelios canónicos que hoy conforman el Nuevo testamento de la Biblia. Concretamente el Evangelio de Mateo es la única fuente bíblica que menciona a unos magos (aunque no especifica los nombres, el número ni el título de reyes) quienes, tras seguir una supuesta estrella, buscan al «rey de los judíos que ha nacido» en Jerusalén, guiándoles dicha estrella hasta Jesús nacido en Belén, y a quien ofrecen ofrendas de oro, incienso y mirra.
Las tradiciones antiguas que no fueron recogidas en la Biblia ―como por ejemplo el llamado Evangelio del Pseudo Tomás (o Evangelios de la infancia (de Tomás)) del siglo II― son sin embargo más ricas en detalles. En ese mismo evangelio apócrifo se dice que tenían algún vínculo familiar, y también que llegaron con tres legiones de soldados: una de Persia, otra de Babilonia y otra de Asia.
Roma - Pietro Cavallini La Adoración de los Reyes Magos Basilica di Santa Maria in Trastevere 1296-1300 |
Se trata de una de las fiestas rituales católicas más antiguas, la Epifanía -aparición o manifestación o revelación- terrena de Jesús ante el mundo, que tiene su prototipo en la venida de los Reyes Magos a Belén para adorar al Redentor recién nacido y que representan, según el Papa, a la humanidad "cuando emprende el camino hacia Cristo".
Lo que sí se transcribe, en esencia, es la narración de San Mateo, de la que el Papa afirma: "no son una meditación expresada en forma de historias, sino al contrario: Mateo nos relata la historia verdadera". El evangelista los describe como "Magos venidos de Oriente", que vieron una estrella y guiados por ella, fueron en busca del rey de los judíos para adorarle (Mt 2,1-2). Respecto a esto, recoge el Papa que "no es la estrella la que determina el destino del Niño, sino el niño quien guía la estrella". Al llegar a Jerusalén, van al palacio real y preguntan por el recién nacido, "rey de la judíos", ante lo que "El rey Herodes se sobresaltó y todo Jerusalén con él" (Mt 2,3). Finalmente, en Belén, "Al ver la estrella, se regocijaron con gran alegría. Cuando entraron en la casa, vieron al niño con María su madre, y postrándose le adoraron. Entonces abrieron sus tesoros y le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra" (Mt 2,10-11). San Mateo no dice que fueran reyes, ni su número, ni sus nombres. La última noticia fue que "Recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino" (Mt 2,11). Al no volver para darle noticia del sitio exacto donde estaba Jesús, Herodes ordenó la matanza de los inocentes.
En relación con el origen de los Magos, El Papa lo que dice es, según interpretación de monseñor Martínez Camino (secretario general de la Conferencia Episcopal), que "Representaban a los buscadores de Dios de todos los tiempos y de todos los lugares y eso incluía a todo el mundo hasta entonces conocido y cuyo límite occidental era Tartessos, en la península ibérica". Tartessos, pues, no se sugiere como lugar de origen de los Reyes, sino como referencia de uno de los confines del mapa.
La palabra mago proviene del elamita ma-ku-ish-tu, que pasando por el persa y por el arcadio, llegó al griego como magós (plural magoi) y de ahí al latín como magi/magíster -maestro-. No se refiere brujos ni a hechiceros, sino a hombres sabios, hombres de ciencia. Los magos eran miembros de una casta sacerdotal o tribu medo-persa (Irán de hoy), donde además existía una importante población judía desde medio milenio antes de Cristo y por lo tanto estaban enterados de los anuncios de aparición del Mesías. La tradición ha extendido la soberanía de los Magos a la universalidad de los reinos, interpretándolos como reyes de los tres continentes entonces conocidos: África, Asia y Europa". El número de tres puede deberse a la proporcionalidad de obsequios regalados. En el siglo V, el papa León I el Magno estableció para la cristiandad que eran tres. El haber configurado este número puede estar en relación con la alusión a la Trinidad, a los tres continentes conocidos en ese momento o a las tres razas humanas. Algunos textos señalan que en el siglo XIV, el monje benedictino Beda describió a los Reyes Magos así: "Melchor, anciano de blancos cabellos y larga barba del mismo color; Gaspar, más joven y rubio; y Baltasar, un señor negro". Según la leyenda, sus restos se guardan en la Catedral de Colonia (Alemania), a donde fueron llevados en 1164, desde la Iglesia de San Eustorgio de Milán, por orden de Federico Barbarroja.
En relación con los nombres de los reyes, (Melchor, Gaspar y Baltasar), las primeras referencias parecen del siglo V, a través de dos textos, el primero titulado Excerpta latina bárbari, en el que son llamados Melichior, Gathaspa y Bithisarea y el segundo otro evangelio apócrifo, el Evangelio armenio de la infancia de Jesús, donde se les llama Balthazar, Melkon y Gaspard. En este mismo texto se habla de su condición real: "El primero era Melkon, rey de los persas; el segundo, Gaspard, rey de los indios; y el tercero, Balthazar, rey de los árabes?". La primera vez que surge la denominación con la que hoy conocemos a los Reyes Magos es en la iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena (Italia). En el friso de la izquierda, decorado con mosaicos de mediados del siglo VI, aparece una imagen que representa la procesión de las Vírgenes. Esta procesión está guiada por tres personajes vestidos a la moda persa, tocados con un gorro frigio y con pantalones -prenda característica de los persas que luego toman los árabes e introducen en occidente-, en actitud de ir a ofrecer lo que llevan en las manos a la Virgen, que está sentada en un trono, y tiene al Niño en su rodilla izquierda. Encima de sus cabezas se pueden leer tres nombres, de derecha a izquierda: Gaspar, Melchior, Balthassar. Por supuesto, que el hecho de que la barretina catalana esté tomada del gorro frigio, después de ser adoptada por fenicios y navarros, no significa que los Magos sean catalanes, por mucho que estos lo quisiesen. El rey Baltasar no figura en la iconografía como de raza negra hasta el siglo XVI.
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