Quieres saber cuál es la fe que da vida y consigue la victoria? Aquella por la cual Cristo habita en lo íntimo de nuestro ser. El es nuestra virtud y nuestra vida. Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, dice el Apóstol, os manifestaréis también vosotros gloriosos con él. Esa gloria será vuestra victoria. Y nos manifestaremos con él porque vencemos por él. Solamente llegan a ser hijos de Dios los que reciben a Cristo, y únicamente en ellos se cumple lo que dice la Escritura: todo el que nace de Dios, vence al mundo.

SAN BERNARDO


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Si tienes un secreto, escóndelo o revélalo (proverbio árabe)

Si tienes un secreto, escóndelo o revélalo (proverbio árabe)

Preámbulo de la Regla Primitiva del Temple

Nos dirigimos en primer lugar a aquellos que desprecian seguir su propia voluntad y
desean servir, con pureza de ánimo, en la caballería del rey verdadero y supremo, y a los que quieren cumplir, y cumplen, con asiduidad, la noble virtud de la obediencia. Por eso os
aconsejamos, a aquellos de vosotros que pertenecisteis hasta ahora a la caballería secular,en la que Cristo no era la única causa, sino el favor de los hombres, que os apresuréis a asociaros perpetuamente a aquéllos que el Señor eligió entre la muchedumbre y dispuso, con su piadosa gracia, para la defensa de la Santa Iglesia.
Por eso, oh soldado de Cristo, fueses quien fueses,

que eliges tan sagrada orden, conviene que en tu profesión lleves una pura diligencia y firme
perseverancia, que se sabe que es tan digna y sublime para con Dios que, si pura y
perseverantemente se observa por los militantes que diesen sus almas por Cristo, merecerán
obtener la suerte; porque en ella apareció y floreció una orden militar, ya que la caballería,
abandonando su celo por la justicia, intentaba no defender a los pobres o iglesias sino
robarlos, despojarlos y aun matarlos; pero sucedió que vosotros, a los que nuestro señor y
salvador Jesucristo, como amigos suyos, dirigió desde la Ciudad Santa a habitar en Francia y
Borgoña, no cesáis, por nuestra salud y propagación de la verdadera fe, de ofrecer Dios
vuestras almas en víctima agradable a Dios......SAN BERNARDO

domingo, 16 de diciembre de 2012

REFLEXION MONASTICA-III DOMINGO DE ADVIENTO

 

De nuevo, en este III domingo de Adviento, comparto con vosotros la reflexión monástica que he enviado a los monjes en etapa de formación de nuestra Provincia Hispánica.
Tradicionalmente ha sólido llamarse a este tercer domingo de Adviento el domingo ‘Gaudete’, es decir, el domingo de la alegría. Más aún, la forma verbal latína “gaudete” es un imperativo, que deberíamos traducir por “alegraos”, es decir, es una invitación insistente. Ahora bien, parece darse un contraste entre este tema de la alegría y la figura de Juan el Bautista, que nos presenta el evangelio que acabamos de proclamar. Juan, una figura entrañable de toda la tradición monástica.
El profeta Sofonías, en la primera lectura nos indica el motivo o la causa de nuestra alegría: “El Señor está en medio de ti”. De ahí extraigo una primera conclusión: no estamos solos.
Por su parte san Pablo, en la carta a los Filipenses, añade que donde Dios se hace presente hay alegría y gozo. Pero san Pablo nos indica que la clave de la alegría es que sea alegría en el Señor. Se trata de la alegría que tiene como referencia a Jesús, es decir, a su vida, a su entrega, a su desvivirse por los demás.
El evangelio según San Lucas, nos presenta a Juan Bautista, la vida del cual no era, qué duda cabe, una vida de diversión. Lo que no obsta para que aparezca en el Evangelio como un hombre profundamente dichoso – dichoso porque totalmente libre. Le ha sido confiada una misión, y vive tan sólo para esa misión.
La alegría a la que invita Juan a todo el mundo es la de un corazón abierto a la misericordia de Dios y la de una existencia compartida: que quien tiene de a quien no tiene. Una vida para los otros es la forma más auténtica de alegría cristiana, desde que Cristo ha vivido y ha muerto para los demás – para nosotros.
Dice el papa: “La alegría cristiana se sostiene de esta certeza: Dios está cerca, está conmigo, en la alegría y el dolor, en la salud y la enfermedad, como amigo y esposo fiel. Y esta alegría permanece en la prueba, en el mismo sufrimiento, y no se queda solo en la superficie, sino que está en el fondo de la persona que a Dios se confía y en Él confía”. Y añade el Pontífice: “la alegría entra en el corazón de quien se pone al servicio de los pequeños y los pobres”
También en nuestras comunidades monásticas tenemos que ponernos al servicio de los pequeños y los pobres, ya que siempre, siempre, hay algún hermano o hermana que es pobre de algo.
La vida monástica es fuente de alegría y de felicidad pues no hay mayor descubrimiento que el de saberse amados personalmente y comunitariamente por Dios. La vida comunitaria nos ayuda a crecer en esta experiencia: la compasión, el perdón, la paciencia, la ayuda mutua nos traen el reflejo de aquello a lo que todos aspiramos: sentirnos unidos en el Amor. Por eso no se trata de vivir la alegría sino de ser fuente de alegría para los demás hermanos y hermanas de comunidad.
 
Un abrazo fraterno, asegurándoos mi oración.
 
P. Josep-Enric Parellada, osb

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