El Espíritu Santo, “distribuyendo sus dones a cada uno como quiere” (1Cor 12, 11), infunde su gracia, donde quiere, como quiere, cuanto quiere, cuando quiere y a quien quiere.
Roguemos, pues, que
se digne infundir su gracia también en nosotros aquel Espíritu Santo, que hoy
infundió su gracia en los apóstoles por medio de las lenguas de fuego. A El sean
siempre la alabanza y la gloria por los siglos eternos. ¡Amén! ¡Así sea!
Hc 2, 1-5: 1 Al llegar
el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar.
2 De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban.
3 Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos;
4 quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.
5 Había en Jerusalén hombres piadosos, que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo.
2 De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban.
3 Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos;
4 quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.
5 Había en Jerusalén hombres piadosos, que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo.
El envío del Espíritu Santo
San Ireneo:
San Ireneo:
Lucas nos narra cómo este Espíritu, después de la ascensión del
Señor, descendió sobre los discípulos el día de Pentecostés, con el poder de dar a todos los hombres entrada en la vida y para dar su plenitud a la nueva alianza; por esto, todos a una, los discípulos alababan a Dios en todas las lenguas, al reducir el Espíritu a la unidad los pueblos distantes y ofrecer al Padre las primicias de todas las naciones....
Señor, descendió sobre los discípulos el día de Pentecostés, con el poder de dar a todos los hombres entrada en la vida y para dar su plenitud a la nueva alianza; por esto, todos a una, los discípulos alababan a Dios en todas las lenguas, al reducir el Espíritu a la unidad los pueblos distantes y ofrecer al Padre las primicias de todas las naciones....
....El Espíritu de Dios descendió sobre el Señor, Espíritu de prudencia y sabiduría, Espíritu de consejo y de valentía, Espíritu de ciencia y temor del Señor, y el Señor, a su vez, lo dio a la Iglesia, enviando al Defensor sobre toda la tierra desde el cielo, que fue de donde dijo el Señor que había sido arrojado Satanás como un rayo; por esto necesitamos de este rocío divino, para que demos fruto y no seamos lanzados al fuego;
y, ya que tenemos quien nos acusa, tengamos también un Defensor, pues que el Señor encomienda al Espíritu Santo el cuidado del hombre, posesión suya, que había caído en manos de ladrones, del cual se compadeció y vendó sus heridas, entregando después los dos denarios regios para que nosotros, recibiendo por el Espíritu la imagen y la inscripción del Padre y del Hijo, hagamos fructificar el denario que se
nos ha confiado, retornándolo al Señor con intereses......
y, ya que tenemos quien nos acusa, tengamos también un Defensor, pues que el Señor encomienda al Espíritu Santo el cuidado del hombre, posesión suya, que había caído en manos de ladrones, del cual se compadeció y vendó sus heridas, entregando después los dos denarios regios para que nosotros, recibiendo por el Espíritu la imagen y la inscripción del Padre y del Hijo, hagamos fructificar el denario que se
nos ha confiado, retornándolo al Señor con intereses......
La presencia de Maria en Pentecostés
Pentecostés representa para San Lucas el nacimiento de
la Iglesia por obra del Espíritu Santo. El Espíritu desciende sobre
la comunidad de los discípulos -"asiduos y unánimes en la
oración"-, reunida «con María, la madre de Jesús» y con los once
apóstoles.
Podemos decir, por tanto, que la Iglesia comienza con la bajada del Espíritu Santo y que el Espíritu Santo «entra» en una comunidad que ora, que se mantiene unida y cuyo centro son María y los apóstoles.
Podemos decir, por tanto, que la Iglesia comienza con la bajada del Espíritu Santo y que el Espíritu Santo «entra» en una comunidad que ora, que se mantiene unida y cuyo centro son María y los apóstoles.
San Lucas destaca, en medio del anonimato del grupo presente en Pentecostés, la
figura de María, la madre de Jesús.Uno de ellos es, sin duda, el vínculo existente entre María y la Iglesia, porque
María es, a la vez, un miembro «excelentísimo y enteramente singular» (Lumen
gentium, 53) y «verdadera madre de los miembros de Cristo» (ib).
María, pues, reaparece cuando la Iglesia inicia su camino
evangelizador impulsada por el dinamismo de la presencia del Espíritu. Así como
María abrió las puertas a la nueva historia de la salvación al adherirse con su
libre y total sí al plan del Padre, debía estar presente cuando esta historia se
hace cuerpo con el nacimiento «oficial» de la Iglesia.
Cromacio de Aquileya,
comentando Hechos 1,14, afirma: «La Iglesia se reunió en la habitación del piso
superior de la casa, juntamente con María, la Madre de Jesús y juntamente con
sus hermanos. Por esto mismo, no se puede considerar a la Iglesia como tal si no
está presente María, Madre del Señor, juntamente con sus hermanos» (Sermón
30). En este sentido, san Francisco de Asís, recogiendo la expresión del
poeta Prudencio, vinculaba a María con la Iglesia, llamándola «esposa del
Espíritu Santo».
Según el Libro de los Hechos (1:14), después de la
Ascensión de Cristo a los cielos los apóstoles "subieron al piso alto" y
"todos éstos perseveraban unánimes en la oración con algunas mujeres, con
María, la Madre de Jesús, y con los hermanos de éste". A pesar de su
ensalzada dignidad, no era María, sino Pedro quien actuaba como cabeza de la
asamblea (1:15). María se comportó en la habitación del piso alto de Jerusalén
como se había comportado en la gruta de Belén; en Belén había dado a luz al Niño
Jesús, en Jerusalén criaba a la Iglesia naciente. Los amigos de Jesús
permanecieron en la habitación superior hasta "el día de Pentecostés",
cuando "se produjo de repente un ruido como el de un viento
impetuoso...Aparecieron, como divididas, lenguas de fuego, que se posaron sobre
cada uno de ellos, quedando todos llenos del Espíritu Santo" (Hechos 2:1-4).
Aunque el Espíritu Santo había descendido sobre María de una forma especial en el momento de la Encarnación, ahora le comunicó un nuevo grado de gracia. Quizás, esta gracia pentecostal le dio a María la fuerza para cumplir adecuadamente sus deberes para con la Iglesia naciente y sus hijos espirituales.
Aunque el Espíritu Santo había descendido sobre María de una forma especial en el momento de la Encarnación, ahora le comunicó un nuevo grado de gracia. Quizás, esta gracia pentecostal le dio a María la fuerza para cumplir adecuadamente sus deberes para con la Iglesia naciente y sus hijos espirituales.
Imagen de María, Templo de Dios, obra del Alfarero Ubetense, Paco "Tito" |
No hay comentarios:
Publicar un comentario